Por Julio Dam
Rébbe Mesiánico Renovado
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Shemót/”Ex”: 10: 22-23: “Y extendió Moshéh su mano hacia los Cielos, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Mitzráim, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días, mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.”
Dice en la Tehiláh (“Salmo”) 27:1: “ADONÁI es mi luz y mi salvación/ADONÁI orí, ve ishí. ¿De quién habré de temer? ADONÁI es la fuerza de mi vida/ADONÁI maóz jaiái. ¿De quién me he de asustar?”
Si el Rey David proclama estas palabras y nosotros también tendríamos que hacerlas parte de nuestras vidas, ya que son palabras que tiene el poder de cambiar nuestros pensamientos y nuestro estilo de vida. Si confiamos y tenemos la seguridad de que ADONÁI es, y será siempre LUZ en nuestras vidas, será nuestra SALVACIÓN, y por esa razón NO TEMEREMOS de nada ni de nadie, si estamos firmes y creemos que Él es la FUERZA DE NUESTRA VIDA, entonces estamos empezando a caminar de Su mano con su protección y con Su ayuda. Si pides a Elohím que te ayude a escribir estas palabras en tu corazón, entonces todo los problemas que se presentan cada día, serán grandes pruebas y desafíos que traerán crecimiento espiritual y grandes cambios en todas las áreas de tu vida.
En la Teh. 43:3 dice “Envía Tu luz y tu verdad. Éstas nos guiarán”.
El siguiente paso es pedir a Elohím Su LUZ y Su VERDAD, aprender las verdades que Elohím tiene para nuestras vidas a través de Su Luz es algo que no tiene precio. Es la forma en que nos lleva a tener una relación más profunda con Él, y cómo podemos conocer y entender a Elohím, Su Verdad, a tener revelación y comprensión de todo aquello que necesitamos saber para seguir caminando en Sus caminos, también nos ayuda a conocernos y entendernos a nosotros mismo, ya que solamente a través de Su verdad podemos identificar aquellas actitudes que debemos cambiar porque solamente con Su luz iluminando nuestras vidas podemos ver lo que verdaderamente debemos renovar en nuestras vidas.
¿Cómo podemos tener Su Luz en nuestras vidas?
Dice en Ioj 8:12: “Otra vez Ieshúa les hablo diciendo: Yo soy la Luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida”.
La primera decisión que tenemos que tomar si deseamos la Luz de Elohím es seguirlo, y seguirlo implica muchos cambios, pero sobre todo adaptarnos al estilo de vida de Ieshúa, vivir una vida donde todo lo que pensemos hagamos o digamos sea de acuerdo a lo que Él vivió y nos manda hacer.
En Lc. 9:23 Ieshúa nos da las instrucciones para seguirlo: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su madero cada día, y sígame”.
Si deseamos seguir a la Luz del mundo debemos negarnos a nosotros mismos, tomar nuestro madero, y practicando estas dos primeras instrucciones en cuando tenemos la puerta abierta para seguirlo, y si nos encontramos con Él, tendremos “la luz de la vida y no andaremos en tinieblas”.
Si nos enfocamos en tener este estilo de vida entonces estaremos en la posición de poner en práctica el siguiente paso que también es muy importante:
Lc. 10: 27-28: “Aquel respondiendo dijo: “Amarás a ADONÁI tu Elohím con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu amigo como a ti mismo”
“Y le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás”.
¿Cómo podemos tener Su Verdad en nuestras vidas?
Dice en la Teh. 86:11: “Enséñame, ADONÁI, Tu camino. Me encaminaré en Tu Verdad; unifica mi corazón para venerar Tu Nombre”.
Elohím tiene un camino general para todos los seres humanos, que es Su Reino; y un camino particular para cada ser humano. El camino para todos los seres humanos es llegar a ser Sus hijos, a formar parte de Su Pueblo, el Pueblo Judío. Esta es la identidad que Elohím desea de Sus hijos. En cuanto al camino particular para cada uno de nosotros, debemos pedirle que nos muestre el camino, ya que cada uno de nosotros tiene una misión diferente que cumplir para Elohím, misión que está “estampada” en nuestro nombre, o debería estarlo.
La Tehiláh de más arriba es bien clara: “ENSÉÑAME ADONÁI Tu camino. Me encaminaré en Tu Verdad”.
¿Qué es la verdad? Ieshúa ya dijo mucho antes: “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida (Eterna)”.
Dijo el famoso físico judío-norteamericano Albert Einstein: “Verdad es lo que pasa la prueba de la experiencia. Un hombre debería buscar lo que es, y no lo que él cree que debe ser”.
Cuando lo buscamos a Él, encontramos lo que estábamos buscando toda la vida: Él es la Única Verdad completa, la única que nos llena y que es lo que Él dice ser, y no lo que creíamos que era la verdad, y sólo era una ilusión, o un pensamiento humano, una “verdad” que se evapora con el calor del sol que sale en la mañana.
El tener la Verdad de Elohím, y no la nuestra, ni la de nuestra religión o denominación, es, primeramente, un proceso continuo, no es una meta que se puede lograr en un día, o en un mes. Elohím desea enseñarnos continuamente, día tras día, si se lo permitimos. Debemos renovar nuestras “verdades” de acuerdo a Sus enseñanzas, y no de acuerdo a enseñanzas humanas. Para eso Elohím nos dejó los instrumentos necesarios: las matanót/regalos espirituales/ ”dones” del Rúaj, como la profecía, que incluye la revelación—continuamente renovada, no una verdad que ya tiene cien, quinientos, o mil años, como la de algunas de las religiones conocidas.
En primer lugar, la enseñanza sola no es suficiente. Debe haber un proceso de “enseñanza/aprendizaje”. Cuando hay un maestro, debe haber un alumno que esté dispuesto a aprender, y a poner en práctica lo aprendido. Si no, el maestro está perdiendo su tiempo con el alumno. Y en nuestro ejemplo, el Maestro es, nada más y nada menos, que Elohím mismo. Como dijo Henry David Thoreau: “Se necesitan dos para hablar la verdad: uno para decirla y otro para escucharla”.
Por otro lado, y además del proceso arriba mencionado, están los dos tipos de pensamiento: el pensamiento griego, estático, “definitorio,” y el pensamiento judío, dinámico, y concentrado en “hacer,” la Verdad de Elohím, no en “saber.” Su Verdad solamente. Así, para nosotros, como judíos mesiánicos, la Verdad no sólo debe provenir de Elohím, y nosotros debemos aprenderla, sino que debemos ponerla en práctica. Si ni hacemos esto, estamos sólo dentro del esquema del pensamiento griego, de un “saber” teórico y estático, que de nada nos servirá a los ojos del Elohím de Israel. Por eso la Tehiláh 86:11 dice: “… me encaminaré en Tu Verdad”. Es decir, “no sólo enséñame Tu Verdad”, sino que cuando la tenga, voy a “caminar/ahaléj” en ella, la voy a seguir, la voy a poner en práctica.
El Rabbí Ieshúa, cuando vinieron a decirle que su madre y sus hermanos estaban buscándolo, contestó a los que esto le dijeron: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Elohím y la ponen en práctica” (Lc. 8:21.) Aquí tenemos la esencia del pensamiento judío dicho por el “Rey de los Judíos”, Ieshúa, Elohím mismo venido en Cuerpo, Imanu´Él, (Ioj. 1:14 y Matt. 1:23). No ponerla en práctica una vez, para experimentar lo que bien que uno se siente al hacerlo, sino que hacerla ya como parte de nuestra personalidad renovada, cambiada para siempre. No porque nosotros lo queramos así, sino porque es Su Voluntad y nosotros obedecemos, como bien dijo Ieshúa.
También dijo Ieshúa en Iojanán 8:32: “Conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres”. ¿Qué clase de libertad es ésta? Para entender el tipo de libertad, tenemos que entender primero el tipo de esclavitud en que estamos.
Estamos atados a varios tipos de esclavitud: la genética; la de la educación que hemos recibido de nuestros padres y familiares, incluidos los traumas y problemas posibles de nuestra niñez; los valores que nos han inculcado en la familia o en el colegio, valores que van en contra de la Palabra de Elohím; las ataduras provenientes de vicios y adicciones, como el cigarrillo, y el alcohol, de nuestra líbido, los prejuicios, impulsos irracionales, problemas psíquicos que podamos haber adquirido, o haber heredado, y todo aquello que está escondido en nuestro inconsciente, y que no queremos saber, pero que igual nos está dañando, porque nos ata a ha satán. Precisamente, muchas de estas ataduras son estrategias de ha satán que él ha concebido para no tener que ocuparse personalmente de todas las personas del mundo, sino que estas estrategias funcionen automáticamente en nuestras vidas, para así arruinarlas, sin necesidad que él y su ejército de demonios necesite intervenir.
Así, cuando conocemos a Ieshúa, Él, a través del Rúaj ha Kódesh, nos trae libertad de todo aquello mencionado que le pedimos que nos libere. Lamentablemente, de lo que no le pedimos específicamente, Él no nos libera, porque respeta nuestro libre albedrío. Por eso, necesitamos ser totalmente honestos con Él, y pedirle que nos muestre, y nos revele todas aquellas ataduras mencionadas, que ni siquiera sabíamos que teníamos, a través de Su Luz y Su Verdad, para tener total libertad en Él, y poder cambiar y adquirir aquellos valores, educación, e ideas que provengan de la Toráh y de Él mismo, por revelación particular para nosotros, de modo de disfrutar de Su compañía y Su libertad, que nos abrirá muchos y nuevos caminos por los que nunca hemos caminado, porque estábamos atados a esas esclavitudes mencionadas.
¿Y cómo podemos saber si estamos caminando en Su Luz?
En 1a Ioj. 2:9-11 tenemos la contestación a esta pregunta:
“El que dice que está en la Luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.
Pero el que aborrece a su hermano esta en tinieblas y anda en tinieblas y no sabe a donde va porque las tinieblas le han cegado los ojos”.
Vivir en la Luz y la verdad de Elohím tiene mucho que ver con seguir a Ieshúa como el nos ordena tiene que ver con el amor que damos a Elohím y a los que nos rodean.
El amor, la aceptación, la bondad, la misericordia el respeto y la forma en cómo nos comunicamos con otras personas, es lo que Elohím nos pide porque de acuerdo a como actuemos con los demás, así Su Luz vivirá en nosotros y con nosotros.
Esta parasháh es una lección muy importante que Elohím pone delante de nuestras vidas, ya que si buscamos Su Luz Su verdad no damos lugar a que las tinieblas tengan ningún control sobre nuestras vidas.
La Luz Espiritual, que es Ieshúa mismo, está disponible para todos aquellos que la deseen a su lado, porque Ieshúa DESEA darte Su Verdad, Su Amor Ahaváh y Sus Mandamientos, para hacer de ti una nueva persona, tranquila, llena de Su Shalóm, de Su calma interior y exterior. Una persona llena de Su Luz que nunca jamás se apagará, sino que continuará brillando en ti, mientras tú se lo permitas. Una Luz que te cambiará la vida para siempre. Nunca serás el mismo que cuando TODOS LOS DÍAS, en oración, implores Su Luz, Su Verdad, Su Ahaváh y Sus Mandamientos para ti.
Debemos orar para que Su Luz nos acompañe en cada cosa que hagamos hoy, y cada día. Cada pensamiento, palabra o cosa que hagamos, debe estar llena de Su Luz, a través de nuestra oración por ella. Con esa Luz Espiritual en nuestro corazón y en nuestra mente, nunca más estaremos solos, porque Él estará a nuestro lado, acompañándonos a donde vayamos, siempre que le pidamos el saber dónde debemos ir, qué debemos hacer, y cómo hacer lo que debemos hacer.
Si sentimos que hemos retrocedido espiritualmente, no nos debemos desesperar, sino perseverar, pidiéndole a Él que nos ayude a volver al nivel espiritual que teníamos antes, y Él no hará oídos sordos a nuestro pedido, porque GRANDE e INFINITA es Su misericordia/rajmánút para con nosotros.