Por Julio Dam
Rébbe Mesiánico Renovado
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Shemót/Palabras/”Ex.” 20:1-5: ”Y dijo Elohím todas estas palabras para decir:’Yo soy ADONÁI tu Elohím, quien te sacó de la tierra de Mitzráim/Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás Dioses de otros delante de Mí. No te hagas para ti escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los Cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que está en el agua, bajo la superficie de la tierra; no te prosternes ante ellas ni las adores, pues Yo soy ADONÁI tu Elohím, Elohím celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación entre los que me aborrecen.’ ”
En esta porción de la Toráh/parsháh, ADONÁI Elohím les dio a Sus hijos, y a nosotros, una ketubáh, un contrato de casamiento judío, donde se escriben las cláusulas que cada uno de los cónyuges deben cumplir para poder seguir unidos en matrimonio. A esta ketubáh la conocemos mejor como los Diez Mandamientos/Asaráh Mitzvót.
El propósito de Elohím para darnos esta ketubáh es proporcionarnos un manual de conducta, un estilo de vida adecuado a nuestro Prometido, en nuestro caso de judíos mesiánicos/mesiánicos renovados, Ieshúa, con quien estamos comprometidos para casarnos, y con quien muy pronto nos casaremos, como mujer colectiva que somos (hecha de millones de espíritus humanos, los judíos mesiánicos), como nos muestra Rev./”Ap. 22 y con quien reinaremos durante Mil Años en la tierra. En las Asaráh Mitzvót/Diez Mandamientos están indicados, ya sea directa o indirectamente, las creencias que debemos de adquirir y hacer nuestros valores, nuestra cultura, la perspectiva de la vida que debemos incorporar a nuestra personalidad, nuestra conducta, tanto personal como interpersonal, y hasta nuestro modo de pensar, hablar y actuar.
Es como si nuestro futuro Esposo nos dijera: “Esto, querida, es lo que espero de ti”, y nos presenta con una lista de diez condiciones mínimas.
Hasta que vino ADONÁI “vestido” de Ieshúa hace 2000 años, esta ketubáh estaba escrita en piedra y luego en pergamino, el Tanáj. Luego, con la venida de Elohím como Ieshúah, Él mismo, dentro nuestro, está pronto para que le demos la señal para que nos dirija en todo lo que hacemos, que es exactamente el sentido de Romanos 8:14, quizás el versículo más importante y menos entendido del N.T.: “Porque todos los que son dirigidos por el Rúaj Elohím/Espíritu de Elohím, estos son hijos de Elohím/bnéi Elohím”.
Si estudiáramos con sabidurìa de Elohím/jajmáh cada mandamiento/mitzváh y tratáramos por todos los medios a nuestro alcance (y veremos más abajo maneras de lograr esto), nuestra vida, nuestra conducta y nuestra personalidad reflejaría la vida, la personalidad y la conducta de Elohím, ya que Él está implícito y reflejado en estas mitzvót. Estas mitzvót reflejarían Su carácter y Su Santidad/kedusháh en nuestras vidas y las harían brillar con Su resplandor.
Si realmente cumpliésemos estas Asaráh Mitzvót, todo estaría bien/be séder en nuestras vidas, y caminaríamos en shalóm/paz y en paz interior/shalváh. Primero, porque estaríamos obedeciendo estrictamente a Elohím. Segundo, porque tendríamos sobre nosotros Su bendición/brajáh sobre nuestras vidas y la de nuestra familia, por obedecer Su voluntad.
La pregunta que viene a continuación es clave:
¿CÓMO CUMPLIR LOS DIEZ MANDAMIENTOS?
Primero, tenemos que tomar una DECISIÓN. Somos hoy lo que hace 20 años decidimos ser. La clave está en la clase de DECISIONES que tomemos respecto a la Toráh. ¿Queremos obedecer a Elohím? ¿Estamos dispuestos a pagar el precio? ¿O sólo “deseamos” obedecerle, pero tenemos una cantidad de excusas ( “no puedo”, “no tengo tiempo”, “tengo que ganarme la vida”, “tengo una familia,” etc. etc.)
Elohím está listo para ayudarnos, pero Él está esperando que NOSOTROS tomemos una serie de decisiones. El destino de usted se forja y se hace cada vez que usted toma una decisión. Tener un deseo no es suficiente; tener un sueño tampoco alcanza. Sólo una DECISION FIRME, un COMPROMISO con Elohím y con usted mismo, es lo que Elohím está esperando que usted tome para ayudarlo a cumplir su destino, que es único. USTED es el único que puede forjar su destino. Elohím no lo va a empujar a hacerlo, pero sí está dispuesto a ayudarlo en gran forma, pero la decisión debe ser tomada por usted, no por Él ni por mí, ni por nadie a su alrededor. Una de las reglas más efectivas para tomar un compromiso es TOMAR COMPROMISOS CON FRECUENCIA. Acostúmbrese a comprometerse con Elohím. Cada compromiso, cada decisión siguiente le será cada vez más fácil. Si tiene tropiezos, allí estará Él para ayudarlo, para consolarlo, para sacarlo del atolladero.
APRENDA de los tropiezos. Elohím nos envía o permite que tengamos tropiezos para que lo busquemos a Él y nos elevemos de nivel, tanto espiritual como mentalmente. Pregúntese: “¿Qué puedo aprender de esto?” La guerra espiritual no es más que un último recurso ante los tropiezos aparentemente “ilógicos”; sin embargo, gracias a ella, crecemos y somos capaces, al final de la carrera, de vencer obstáculos invencibles para nosotros hace cinco o diez años atrás. La sanidad del alma es otro “último recurso” que al final, es una enorme ayuda para nosotros y para los que nos rodean.
Nuestra actitud debe ser de EXPECTACIÓN ante nuestras próximas decisiones. Nunca sabemos qué tiene Elohím en “lista de espera” para nosotros. En vez de vivir en temor o en angustia, debemos orar más, alabar más y ESPERAR más de Elohím, quien tiene mucho por darnos todavía y mucho que enseñarnos.
Debemos pedir sabiduría a Elohím para tomar decisiones sabias. No confiar en nuestro propio criterio, que muchas veces, no es nuestra mejor cualidad. Dejar que Elohím tome las decisiones por nosotros es la “mejor apuesta”.
Entender que las decisiones que tomemos hoy, este año, van a moldear nuestro destino futuro.
Le voy a hacer una pregunta: ¿Cuándo se va a DECIDIR a cumplir el “Y amarás a ADONÁI tu Elohím con toda tu alma, con todo tu corazón y con todo “tu mucho” (como dice en hebreo en Dvarím 6:5)? No le estoy preguntando si cree en esa frase, ni si la recuerda, sino: ¿Cuándo se va a COMPROMETER a comenzar a aumentar su amor por Él? ESA es una decisión que puede cambiar su vida—de hecho VA A CAMBIAR su vida cuando se COMPROMETA a tratar de cumplirla. ¿Por qué no HOY? ¿Por qué no AHORA MISMO?
Segundo, revise sus CREENCIAS. Nuestras creencias no provienen de nuestro pasado, ni de lo que nos sucedió, sino de cómo INTERPRETAMOS nuestro pasado y lo que nos sucedió y lo que va a hacer que interpretemos lo que nos vaya a suceder en el futuro.
Si usted cree que va a tener "mala suerte" ¡USTED VA A TENER “MALA SUERTE!” (Lo escribimos entre comillas porque no creemos que exista la mala suerte, ni los “accidentes” ni la “buena suerte”. Existe Elohím y el enemigo, ha satán. Como dijo un escritor famoso: “La primera vez es casualidad; la segunda es coincidencia; la tercera vez es acción enemiga.”)
Hay creencias, como la “mala suerte” que nos limitan; hay otras que nos expanden el panorama y llegamos a hacer cosas que ni en sueños creíamos que podíamos hacer, sólo porque creímos que podíamos. En una parasháh reciente hablamos del versículo “Mi Poder se completa en vuestra debilidad”. Elohím aprovecha nuestras debilidades para completarse en nosotros, pero no se puede completar cuando nosotros creemos que no podemos.
¿Qué es una creencia? Es, primero que nada una idea sobre algo o Alguien, una certeza acerca de algo. Esta idea o certeza está respaldada por EXPERIENCIAS. Si usted cree que es un buen deportista, puede que tenga razón, y la “razón” debería encontrarse en la experiencia de que usted, por ejemplo, siempre ganó o jugó bien en tal o cual deporte. Allí usted ya tiene una creencia correcta. Si, en cambio, usted cree que es un buen deportista, y ni siquiera sabe cómo jugar, sólo tiene una idea equivocada de usted mismo, una creencia equivocada.
Sin embargo, nuestras creencias pueden impulsarnos a lograr cosas que no podríamos lograr si no las tuviéramos. Si usted cree que tiene un destino especial con Elohím, ESO puede hacer que usted comience a vivir una vida cada vez más alta espiritualmente hablando, y que en pocos años crezca como pocos. ¿Tenía usted razón al creer que tenía un destino especial? Las personas que logran subir espiritualmente han tenido esta creencia, ya sea imaginaria o real. Lo importante es entender que si usted cree que va a lograr algo, y ora a Elohím y ES SU VOLUNTAD EL DÁRSELO, usted lo va a lograr, no importa las dificultades.
Volvamos a los Mandamientos: si usted cree que hay bendición en cumplir los Mandamientos y usted toma la DECISIÓN, por ejemplo, de comenzar ESTA SEMANA (no en el famoso “año que viene”) a cumplir el shabát como el Tanáj lo indica (Ieshaiáhu 58:13-14), y aprende de sus errores al tratar de cumplirlo, USTED TRIUNFARÁ, sin duda alguna, y llegará a alturas espirituales que pocos han logrado, porque no han tenido la base mental y emocional que proporcionamos aquí para su guía.
Todos los triunfos en nuestra vida espiritual comienzan con un cambio de creencias. Si usted aprende a que su cerebro asocie DOLOR con su creencia antigua (“el sábado era para los judíos”) y PLACER con su creencia actual (“¡VOY A CUMPLIR UN GRAN MANDAMIENTO Y ELOHÍM ME VA A BENDECIR!”) y si lo hace lo suficientemente fuerte como para sentir dolor por no cumplir el shabát como Elohím se merece, ¡USTED LO VA A LOGRAR!
No importa si en el primer shabát que usted trata de cumplir como corresponde (haciendo Su voluntad, como dice Iesh. 58:13-14) y no la nuestra), usted apenas pudo COMENZAR a hacer Su voluntad, pero el resto del shabát se le fue en distracciones. Es mejor comenzar con pequeños éxitos, que pretender cambiar toda una vida de no cumplir el shabát de “gran forma” y no lograr nada, y sentirnos deprimidos o tristes por ello. ¡Celebre cada pequeño éxito! APRENDA de cada fracaso también!
¿Qué perspectiva de la vida nos ofrecen los Mandamientos? Por primera vez en nuestra vida, la vida tiene sentido! No es un rompecabezas sin sentido, hecho para tontos sin sentido, sino una vida hecha con UN propósito: CONOCERLO A ÉL! Todo el propósito de haber nacido, de crecer, de llegar a contraer matrimonio, de tener hijos, dar nuestra vida si es necesario, por ellos, es una parábola, una comparación, con Elohím, que se casó con Israel, tuvo hijos y dio Su vida, como Ieshúa, por nosotros. ¡Qué distinta la perspectiva que se abre cuando comenzamos a vivir con Elohim! Ahora entendemos que no hay este “dios” de tal religión, ni este otro “dios” de la otra religión, sino que hay sólo UNO, el Elohím de Israel y el Mashíaj de Israel y que no hay otra cosa mejor más que unirse con Él en matrimonio y en perpetua amistad, una amistad que salga de nuestro corazón y que toque Su corazón, que está tan lleno de amor para con cada uno de nosotros.
La familia, por vez primera, tiene sentido y el darle honor a nuestros padres adquiere un sentido inesperado, ya que ellos son los representantes de Elohím en la tierra, por lo que lo de “honrar” adquiere una altura que humanamente no tenía. El honrarlos trae bendición para nuestra vida y la de nuestros hijos y nietos. Esto también es un regalo que no conocíamos, que podíamos recibir bendiciones de Elohím por hacerlo Su voluntad, que es la de honrar a nuestros propios padres!
“No asesinarás” (Shemót 20:13). Cuánto shalóm llega a nuestras vidas cuando entendemos que no podemos ni debemos quitarle la vida a nadie, porque nos da un ataque de rabia o por cualquier otro motivo. Comenzamos a valorar la vida humana y a ver nuestro destino moldeado por Sus Mandamientos, y a aquellos que los violan a arruinar sus propias vidas por desconocerlos o ignorarlos, aun conociéndolos.
El matrimonio, esta institución tan venida a menos, es dignificada, santificada y preservada por el “No cometerás adulterio”. ¡Cuántas oportunidades para crecer en sabiduría y en auto-control, cuando las Mitzvót nos ponen límites que no podemos transgredir, a riesgo de perderlo todo! El matrimonio, en vez de ser un contrato comercial, o un juego que se descarta al poco rato, se convierte en un instrumento de crecimiento mental, sentimental y espiritual. Aprendemos la enorme lección del perdón y del pedir perdón, del olvido y de la compasión a través de practicarlos diariamente con nuestro cónyuge. El divorcio es la salida “fácil” para el matrimonio, es el equivalente del suicidio para el que no sabe qué hacer con su vida y deberíamos aprender de la cultura judía, donde el divorcio es prácticamente inexistente. (Estamos hablando, obviamente, de judíos practicantes de la Toráh, que es la única definición válida de “judío”, según Rom. 2:28-29).
“No hurtarás”. ¡Qué lección de honradez que tanto es necesaria, aun a veces, entre los mismos creyentes! ¿Todavía tenemos algo que no nos pertenece? ¿Le hemos dado cambio de menos a alguien? Elohím lo sabe, los demás no. Como hemos dicho en nuestro libro “Una Comprensión judía de ‘Romanos’: Introducción" (pág 25-26):
Con respecto a las mitzvót/mandamientos, Elohím creó al hombre/Ben Adám “wntwmdk wnmlub/betzalménu, kidmúténu/a Nuestra imagen y a Nuestra semejanza”. Así, si existe un área en que nos hizo semejantes a El, es en la capacidad de creación. Le preguntaron a un famoso pianista y director de orquesta acerca de la música. Su respuesta es bien reveladora para lo que tratamos de explicar; dijo que cuando una música no se ejecuta, ésta no existe en el mundo físico—hasta que se toca; hasta ese momento sólo es un pedazo de papel blanco con símbolos musicales en tinta negra.
Igualmente, cuando comenzamos a cumplir las mitzvót de Elohím, recién en ese momento estamos creando algo: es recién en ese instante que los mandamientos salen a la luz. Si no hay quien cumpla las mitzvót, estas no existen en la realidad del mundo. Los mandamientos son como una partitura musical. Si no hay una orquesta que toque esa partitura, hasta que no se toque, esa obra no adquiere existencia en el mundo físico. Veamos la capacidad del hombre de crear: cuando hablamos, estamos creando algo; cuando hablamos con Elohím, estamos creando algo; cuando cumplimos una mitzváh, estamos creando en la realidad física, la obra de Elohím. El escuchar una música, su ritmo, su melodía, tiene un efecto sobre nosotros y sobre quien la escucha. Asimismo, cada vez que ejecutamos la partitura de la Voluntad de Elohím con una mitzváh, eso tiene un efecto para nosotros y para quien nos ve o nos lee y también tiene un efecto en el Universo, aun cuando no lo entendamos, o no lo veamos. Ese es uno de los principales propósitos por los cuales Elohím creó al Ben Adám: nos creó para que ejecutemos la Obra Maestra de Elohím. Cada uno de nosotros somos un músico en la Orquesta Sinfónica de Elohím. Cada objeto, cada persona, cada estrella en los Cielos, como dice en Tehilím 19:2, que “los Cielos cuentan la kavód/honor de Elohím/Ha Shamáim mesaprím kavód El/la-dwbk Myrpom Mymsh”; ellos están ejecutando la Obra Maestra, la Sinfonía de Elohím. Elohím creó a las estrellas, a los animales y a los pájaros para que cuenten y canten la Sinfonía de Elohím. Pero nosotros, los Bnéi Adám tenemos la bejiráh/la libertad de contar o no la kavód de Elohím. Esta es otra verdad dentro de la percepción judía de la cultura y de la civilización judía. Cada músico en una orquesta sinfónica tiene notas diferentes que tocar, pero unidos, tocan un ejád/una unidad, una sola melodía. Esta es la suprema importancia de la unidad y por eso hay tantas mitzvót acerca de la unidad con los demás y con Elohím. Cuando tocamos “nuestra partitura” en unidad, estamos mostrando que, por lo menos en nuestra familia, que es parte de la cultura judía en nuestra ciudad, Elohím es ejád/Uno.
Pero cuando hay discordia, pelea, desentendimiento, odio, estamos testificando con nuestra conducta lo contrario; no estamos tocando la Partitura llamada “Elohím es Ejád”. La melodía y la unidad son un problema de armonía, la primera es un problema musical, y la segunda es un problema mental y espiritual. La falta de unidad es siempre una falta de armonía que las más de las veces se origina en una falta de conocimiento de nosotros mismos, y así, llegamos a ser la fuente de todos nuestros propios problemas con los demás. No son los demás los culpables, sino nosotros mismos los que causamos con nuestro desconocimiento de las leyes psicológicas internas que están actuando mal en nosotros, los causantes de la desarmonía, tanto en la familia como en la sinagoga. El deseo de controlar a los demás, por ejemplo, algo que podemos arrastrar de nuestros padres y abuelos, trae desarmonía y falta de unidad. Cuando entendemos esto mediante la comprensión y la aceptación de este sencillo hecho y sacamos nuestro espíritu de control de nosotros, la armonía perdida se restablece entre dos o más personas.
Aunque todos toquemos notas diferentes, aunque tengamos caracteres diferentes, aunque toquemos “una música diferente”, todos pertenecemos a la misma orquesta y todos estamos tocando lo que Elohím desea para cada uno de nosotros. Pero el tocar una partitura no es fácil: le llevó años y años a cada integrante de la orquesta el dominar su instrumento y el aprender a tocar en una orquesta, como un ejád. El “ejecutar toda la Toráh de Elohím” no se logra en un día. Por eso es tan importante el comunicarse con Elohím, que es “el Maestro” (como se le llama al director de una orquesta sinfónica). Sólo a través de los años y del esfuerzo y el estudio y de la comunicación con nuestro Maestro, podremos aprender a tocar correctamente la Toráh, a ejecutar cada mitzváh correctamente. Al hacerlo, estamos injertándonos en la cultura y en la civilización judía, y comenzaremos a percibir la realidad a nuestro alrededor como Elohím lo desea: como un judío. Pero el comunicarnos es inmensamente superior al sólo tratar de ejecutar las mitzvót. La comunicación trae conocimiento íntimo de Elohím, mientras que el sólo cumplir trae una religión aislada y aislante, que puede ser cambiada por otra religión en un abrir y cerrar de ojos”.