Por Julio Dam
Rébbe Mesiánico Renovado
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Elohím le da a Su Pueblo cuatro promesas en Shemót/”Ex.” 6:6, que corresponden con las cuatro copas de vino de Pésaj, con los cuatro hijos, y las cuatro copas de vino que se toman en Pésaj.
“(1) Los sacaré de debajo de las cargas de Mitzráim y (2) los rescataré de su opresión; y (3) los redimiré con Mi brazo extendido y con grandes juicios y (4) los tomaré para Mí como nación”. Y hay una quinta expresión: “Y (5) los traeré a la Tierra (de Israel)”. En el judaísmo se interpreta (correctamente) que se está refiriendo a la Venida del Mashíaj (nosotros sabemos que es la Segunda Venida). Así como esto corresponde con cuatro promesas más una de redención nacional, podemos tomarlo como cuatro promesas más una de redención personal, para cada judío de sangre o por fe en el mundo. Examinaremos en esta parasháh este tema para nuestro crecimiento personal.
(1) "Los sacaré de debajo de las cargas de Mitzráim"
Como ya saben nuestros asiduos lectores de esta parasháh, “Mitzráim” significa (además de “Egipto”), “trabas, obstáculos” en nuestro camino. Personalmente, estas cargas pueden ser: genéticas, hereditarias (espiritualmente hablando), maldiciones generacionales; problemas de familiares o jefes que influyen en nuestra vida; problemas de personalidad, ya sea con los demás, o con nosotros mismos; adicciones y/o enfermedades adquiridas o heredadas; problemas derivados de nuestro hogar (los problemas de nuestros familiares, que se “contagian” a nosotros indefectiblemente, por vivir juntos) o, por último, problemas creados por otras personas, ya sea por medios físicos (interfiriendo directamente en nuestra vida o trabajo) o espirituales (oraciones en contra, maldiciones, brujería, algo que es mucho más difícil de detectar para el judío mesiánico que no está acostumbrado al tema, o que no lo acepta, directamente, como causa probable de sus problemas).
Vamos a ir en orden: la mayoría de los problemas internos que tenemos vienen por “añadidura”, es decir, ya los teníamos cuando llegamos a Ieshúa. Algunos de esos problemas fueron quitados inmediatamente al aceptarlo como Mashíaj y Elohím, pero otros siguen en nuestra vida, trabándonos en nuestro crecimiento y desarrollo espiritual y es a éstos que nos referiremos a continuación.
En primer lugar, debemos confiar en Elohím. Entender que Él puede hacer cualquier cosa que quiera hacer por nosotros. Esto suena más obvio de lo que realmente es. Muchos de nosotros NO creemos EN EL FONDO que Elohím puede rehacer nuestra vida, mejorarla, y que DESEA hacerlo para nosotros. Por consiguiente, nuestra vida sigue igual, año tras año.
Una vez que nos auto-convencemos de esto (y no es fácil, porque en el fondo somos muchas veces bastante escépticos, aunque ni nos damos cuenta), el segundo paso es hacer una lista en un cuaderno especial para el efecto, de qué desea Elohím que seamos, cuál es nuestro destino prefijado por Él. Esto lo podemos averiguar por lo menos por cuatro maneras: (1) Por profecía, que es la mejor de las maneras (si tenemos ese regalo/matanáh (1 Cor. 12:8-10; 14:1,) ya que Elohím mismo es quien nos habla directamente, como usted le habla a su cónyuge o hijo/a; (2)por sueños, que hay que pedirlos y Elohím nos los da; (3) por consultar en el Tanáj; (4) por pedir que Elohím nos hable por otro medio (otras personas, la TV, un libro o artículo que por “casualidad” encontramos o leemos). Esto sucede, ya que por nuestra experiencia con nuestras congregaciones, ha sucedido así en muchas ocasiones y seguirá sucediendo, porque esta es la manera de actuar de Elohím, si la adquirimos para nuestro provecho.
El tercer paso, es preguntarle o averiguar por nuestra cuenta, qué obstáculos (mitzráim) y trabas hay en nuestra personalidad, genética, medio ambiente, que hacen que no podamos cumplir ese destino que Elohím tiene para nosotros escrito y a la mano. Sugerimos a nuestros queridos lectores hacer una lista (especialmente en shabát, cuando el tiempo sobra, y estamos en Su Presencia mucho más fácilmente que un día de semana laboral) de aquellos defectos que SABEMOS perfectamente que tenemos, o que nuestra familia o amigos nos han dicho que tenemos.
Aquí hay que ser muy sinceros: hay muchas personas que no admiten tener ningún defecto ni hacer nunca nada malo: siempre son los demás los que tienen defectos y los que actúan mal, nunca son ellos, ni su familia. Tenemos que sincerarnos con nosotros mismos, si es que deseamos verdaderos resultados y decirnos: “Sí, tengo defectos, como todo el mundo. Sólo que todavía no sé cuáles. Te pido, Elohím, que me los muestres, en el Nombre de Ieshúa.” Elohím NO va a mostrarnos ningún defecto ni cosa que desea que cambiemos a menos que nosotros demos el primer paso. Él es un perfecto “gentleman” y jamás nos dice directamente algo negativo, ni dice a los demás en profecía acerca de nuestros defectos. Si alguien viene a decirle que Elohím le dijo sus defectos, tenga por cierto que es una profecía que NO viene de Elohím, ya que El no averguenza a nadie por medio de terceros, sino que nos dice directamente y sólo si se lo preguntamos, y le rogamos que nos lo revele.
El cuarto y último paso, es creer, trabajar y orar, creer, trabajar y orar, creer, trabajar y orar sobre estos defectos y problemas nuestros, hasta que comiencen a ceder y a desaparecer. Si no creemos que tenemos esos defectos o que Elohím puede cambiarnos o si no queremos cambiar, no vamos a cambiar nada. El CREER que el cambio sí es posible y sí es factible es fundamental. Luego el TRABAJAR en ello, día tras día, ayudado por la oración y el pedido de ayuda a Elohím, que debe ser constante, a cada rato.
Podemos y debemos pedir la ayuda de nuestros rabinos mesiánicos o autoridades espirituales para que nos ayuden dentro de sus posibilidades, ya sea en oración, en liberación o en petición y estar siempre en sujeción a ellos, no a otras personas dentro de la congregación que no son autoridades puestas por Elohím. Un cuerpo no puede tener ni tiene más de una cabeza. Es a la cabeza o a quienes la cabeza designe, a quienes tenemos que dirigirnos, y a nadie más.
(2) los rescataré de su opresión
Elohím nos trae a Él, junto a Su lado, para que comencemos a caminar en Sus caminos y nos en los de Mitzráim, así como sacó a todo el Pueblo Judío de la opresión, de la esclavitud, del maltrato de los egipcios, y los limpió y les dio un líder, Moshéh, para guiarlos hacia la Tierra Prometida. A nosotros, los judíos mesiánicos, nos dio un líder mejor que Moshéh, Ieshúa, quien vive en nuestro rúaj, dirigiéndonos a todo lo que tenemos que hacer, que es cumplir los Mandamientos (1ª Ioj. 2:3) si es que se lo permitimos (Rom. 8:1,4, y 14) y así seremos los que lleguemos a la meta, como bien claro lo dice Rev. 14:12: “los que guardan los Mandamientos de Elohím y la fe de Ieshúa”. ¿Quiénes son estos? ¡Sólo los judíos mesiánicos! (aunque no todos creen en ambas cosas).
(3) “los redimiré con Mi brazo extendido y con grandes juicios”
Elohím nos ha redimido ya, nos ha sacado de Bavél, donde estábamos, con su “mezcla” de la Verdad de Elohím y la mentira de ha satán, para traernos Su Verdad pura y sin mancha. Pero nos sigue redimiendo, nos sigue sacando mancha tras mancha, tanto dentro de nosotros como afuera nuestro, en lo que siempre llamamos la Verdad interior (de nosotros mismos) y la Verdad exterior, que es la verdadera religión. Muy pronto, antes de lo que todos piensan, la última parte de la frase se cumplirá a la vista de todo el mundo: “y con grandes juicios”. Debemos prepararnos para aguantar estos juicios, que, aunque no son para nosotros, nos va a afectar, ya que va a afectar a toda la tierra habitada.
(4) los tomaré para Mí como nación”
¡SOMOS ISRAEL! Aunque una Israel espiritual, somos parte de ella. Somos la Prometida de Ieshúa, quien, como Rébbe judío, no se puede casar con una gentil, sino sólo con una Kaláh/Prometida judía. Seremos Su nación. Seremos Su Pueblo Escogido; de hecho, ya lo somos, pero en el Milenio, lo veremos con nuestros propios ojos, y ya no habrá nada que “creer”, porque ¿para qué creer lo que ya se ve?
(5) ”Y los traeré a la tierra (de Israel)”
Elohím nos traerá a Sí mismo. Él e Israel son uno ya (Jer. 3:14; Ez. 16), y nosotros seremos uno con Ieshúa. No sólo que Israel vencerá en el mundo físico a todos los que desean su extinción (que son la mayoría de la gente del planeta, según censos muy recientes en Europa y otros países), sino que saldrá victoriosa de una aparente catástrofe militar que conocemos como “Har Meguido” (Colina de Meguido) (“Armagedón”), al Norte de Israel. Pero aparte de este glorioso acontecimiento bien cercano en el tiempo, Elohím, a través del Judaísmo Mesiánico Mundial, ,está trayéndonos “a la tierra de Israel”, haciéndonos uno con ella, a través del hebreo, del pensamiento dialéctico, que es Su pensamiento, a través del vocabulario restaurado, con los nombres de Elohím restaurados y correctos (Elohím, Ieshúa, Iojanán, Matitiáhu, etcétera), tanto de nombres como de lugares y ceremonias y fiestas de Elohím y Verdades escriturales escondidas por ha satán durante diecinueve siglos, ¡nada más y nada menos, y con el creciente interés entre los judíos mesiánicos por el idioma hebreo. Este es el “traernos a Israel” personalmente.
Durante diecinueve siglos, la Iglesia se ha concentrado en el Dios de amor, Jesús cristiano, gentil, y anti-judío. Ahora, Elohím, desde hace treinta años está restaurando al Rabbí judío Ieshúa, al HOMBRE (y también Elohím) que vestía talít (Mr. 5:28, si lo traducimos bien); se circuncidó a los ocho días (Lc. 2:21) e hizo su Bar Mitzváh (Lc. 2:27); estudió la Toráh desde los cinco años, como todo niño judío en Israel, y en la diáspora, hasta el día de hoy.
ES A TRAVÉS DE ÉL QUE DEBEMOS ADQUIRIR NUESTRA PROPIA IDENTIDAD COMO JUDÍOS MESÍANICOS Y NO POR OTRO CAMINO. Ésta es la labor que Elohím está haciendo por y en nosotros. ¡Halelúh et IHVH!